El Leviatán
- Chibiusa
- 10 ene 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2019
Mi experiencia con un monstruo marino.

Llegamos a Perú, cerca del río Amazonas, y tomamos las canoas que nos ofrecieron los encargados del lugar. Nos repartimos en grupos de dos, eramos 4 en total, y pensamos ir más cómodos si íbamos de a dos. Al emprender el viaje no iríamos con los guías, optamos por tomar sólo las canoas y hacer la excursión por nosotros mismos.
Lo único que se lograba ver era la turbiedad del agua y algunos tenues haces de luz, es ahí donde lo vi, no tuve oportunidad de escuchar cuando se acercaba ni saber de dónde venía , sólo lo vi, su enorme cuerpo y horrible cabeza. Lo vi y dije "esto es un monstruo marino".

El viaje comienza adentrándonos en unas especies de cuevas marinas, oscuras y amplias, con corrientes de agua bastante fuertes y turbias. Las cuevas se componían de largos túneles, semejantes al metro subterráneo que ocupamos en la cuidad (tal cual, pero con paredes de roca y llenos de agua). Cada vez que avanzábamos, la corriente se volvía más fuerte, ya que aparecían especies de olas, obviamente sentíamos el peligro de que en algún momento cayéramos al agua.
De repente, el camino se divide en dos, no sabíamos si luego uno conectaba con el otro, no sabíamos si volveríamos a vernos si es que llegáramos a escoger caminos distintos. Era lógico escoger un camino e irnos todos por el mismo, pero no... no sucedió así.
Yo iba en el segundo bote, cuando vi que el camino se dividía, no pensé más que ir por el del lado izquierdo, pues mi corazón (intuición) me decía que el camino del lado izquierdo era bueno, con "bueno" me refiero a un camino sin mayores complicaciones, el cual nos llevaría hacia un lugar hermoso, lleno de vegetación y sol y quizá que cosas más maravillosas (estoy segura todos queríamos encontrarnos con un lugar así, como le llaman un "lugar paradisíaco")... Sin embargo, y esto paso en cosa de segundos, mis compañeros optaron por el lado derecho. Yo siempre segura, le dije a mi compañero de canoa que siguiéramos por el izquierdo, sin pensar si nuestros par de amigos lograrían estar bien. Y aquí ocurre algo muy extraño, porque, a pesar de que mi canoa iba en dirección hacia la izquierda y que mi decisión siempre apuntaba hacia ese camino, sucedió que mi espíritu acompañó a los viajantes del primer bote, es decir, me fui con ellos hacia el camino del lado derecho, nos fuimos los tres hacia lo desconocido.
Mientras mi alma observaba todo, un profundo oleaje mueve con fuerza nuestro bote, nosotros descendíamos cada vez más junto con la corriente. Nos encontrábamos perdidos, con miedo a caer y a oscuras. Creo que, por la fuerza de las olas, el agua conectaba con las aguas del mar del océano Pacífico (ya ni idea tenía de donde estábamos). De pronto una ola traicionera nos tumba del bote a todos, y caemos sin más que hacer.
El chico que cayó con nosotros tenía la esperanza de que si nos dejábamos caer, en algún punto encontraríamos una luz, una "ventana", un pasadizo que nos permitiera salir nadando de ese lugar, pero no, sólo caíamos en lo profundo del mar. Todo era descenso hacia las profundidades. Lo único que se lograba ver era la turbiedad del agua y algunos tenues haces de luz; es ahí donde lo vi. No tuve oportunidad de escuchar cuando se acercaba ni saber de dónde venía , sólo lo vi, su enorme cuerpo y horrible cabeza. Lo vi y dije "esto es un monstruo marino", es "Leviatán". El Leviatán, como muchos lo describen, fue un monstruo marino creado por Dios el 5 to día, cuando creó a los animales y a los monstruos del mar, sin embargo, no comparto las características que relatan los textos bíblicos sobre esta criatura, porque de partida lo narran como un ser gigante, a veces de muchas cabezas o muchas colas. Me imagino que en su afán de impactar y atemorizar a los lectores, le incluyen colas, aletas y cabezas extras, tratan de compararlo con dragones gigantes, poniéndole alas de apariencia gargolezca y explicando que por su nariz le sale fuego. Pero creo que realmente no era así, pues puedo describirlo perfectamente, y creo que coincide más con una pintura hebrea arcaica que con un grabado religioso del S. XIX. d.c.

A continuación la descripción del Leviatán que yo vi: Era como un típico animal marino que habita en las profundidades (zona abisopelágica del océano), sabemos que en el océano existen lugares en donde crecen distintas especies de animales según la profundidad y la lejanía con la orilla del mar.
Este poseía un hocico de anguila gigante, con dientes afilados, sus ojos eran grandes y oscuros, de cabeza ancha y plana. Su cuerpo y cola seguía como si fuera una combinación entre serpiente, anguila o pez gordo, como una manta raya inflada, su color era gris, y daba esa sensación de escalofríos como cuando algo te produce asco o recelo. Tenia la energía que proyecta un animal con la muerte entre ceja y ceja, como esas bestias que sólo piensan en aniquilar a su presa, tan sencillamente, como para nosotros es el respirar. Lo último que vi fue su boca abierta... que venía hacia mi.


Acá vemos los distintos ambientes marinos que componen al océano. Aparece en la zona abisal, la zona abisopelágica, lugar donde crecen criaturas semejantes al Leviatán.
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